Los procesos de participación son cauces necesarios en una sociedad democrática. Sin embargo, pueden convertirse en experiencias frustrantes por su inoperatividad o por su conflictividad.
A nosotros nos gusta llamarlo Inteligencia colectiva para la acción porque los procesos de participación permiten liberar la inteligencia colectiva, nuestra capacidad para generar mejores realidades colaborando.
Para que la inteligencia colectiva trabaje coordinada y consiga resultados positivos abordamos los procesos con la siguiente metodología:
Crear un relato social que inspira y conecta, donde la gente es invitada a dar lo mejor de sí misma.
Articular los procesos manejando la complejidad, disolviendo conflictos y encontrando un enfoque común.
Escuchar a los actores del proceso a través de talleres, entrevistas y encuestas.
Conocer las relaciones grupales nos ayuda a impulsar la potencialidad y neutralizar los aspectos negativos.
Verificar que con la escucha activa hemos entendido y aprovechamos el momento para definir nuevas ideas emergentes.
Acompañarnos y darnos herramientas para poner en práctica con eficacia los acuerdos alcanzados.